Profesor y alumno
El pasado viernes 25 de abril fué un día especial por diversas circunstancias. En primer lugar se trataba de mi cumpleaños número 36, lo que ya constituye un éxito de proporciones, porque el momento de mi nacimiento fué tan accidentado, que ya haber sobrevivido 36 años es una proeza. Por otro lado se presenciaron situaciones que empañaron tal acontecimiento en mi lugar de trabajo, por lo que los saludos fueron menos de los esperados, pero buenos. Sin embargo lo más importante ocurrió al regreso a casa y eso es lo que detallaré a continuación.
Mientras esperaba el colectivo, me encontré con quien fue mi profesor jefe durante los años de la enseñanza media. Se trató de una grata sorpresa dadas las circunstancias del día, por lo que los abrazos y saludos fueron muy efusivos y las típicas preguntas acerca de lo que se ha hecho, la salud y los avatares del trabajo pasaron rápidamente a segundo plano para pasar al abrazo sincero por el cumpleaños.
Lo sorpresivo vendría casi al final de la conversación. En un acto reflejo, saqué de mi bolso un libro que había comprado recién y le pregunto al profesor su opinión acerca de éste. Vale decir, a pesar de haber transcurrido ya casi 19 años desde la última vez que el profesor me hace clases, aún lo sigo viendo y respetando como tal, lo que me lleva a consultarlo como si aún estuviera en el liceo.
¿Qué ha pasado en estos 19 años en nuestra sociedad que ahora los profesores parecen sobrepasados totalmente por sus alumnos?. En 19 años más, esos alumnos que amarraron a un profe o le pegaron un cartel en la espalda, ¿lo saludarán con afecto?. Esos mismos profesores, ¿se detendrán a saludar a uno de sus ex-alumnos?. ¿Quienes cambiaron, los alumnos, los profesores, ambos?.
Creo en el cambio y sé que lo que no cambia está destinado a desaparecer, porque la dinámica del universo es al cambio, sin embargo aún no me queda claro cuán positivo es el cambio que se ve en la relación profesor-alumno vislumbrado en las noticias de la semana pasada.
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Es difícil definir quien cambió más, los alumnos o profesores, creo que definitivamente los primeros modificaron a los segundos, pero me gustaría quedarme con la idea de que nosotros no cambiemos, de que Pincheira sea eternamente nuestro referente, por lo menos así lo veo desde ese periodo tan mágico que fué la enseñanza media. Ahora dejo otra pregunta, es malo plantear este cambio por lo que nos reflejan las noticias, o es el cambio algo necesario y que debemos saber conducir como sociedad, desde nuestro entorno y familia.
Un abrazo José Emilio.
Javier
Me imagino la mirada del profesor Pincheira, al leer estas notas. Los años pasan, pero para un maestro lo que queda es la conversación amiga y el abrazo sincero, es necesario que alguien se lo transmita seguro será una vitamina para el resto del camino que le queda a nuestro querido profesor.
Sin olvidar a cada uno de nuestros compañeros que formamos el 1°,2°,3° ó 4°CCCC.
un abrazo siempre les recuerdo.
Eryka Paredes -Copiapó